Sombras, luces y criaturas: el universo ilustrado de Sussy Arce

Sussy Arce Núñez (24) es estudiante de cuarto año de Interpretación Inglés–Español en la PUCV y desde niña ha tenido en el dibujo una forma de expresión. Lo que comenzó como un juego motivado por su padre y compartido con su hermana, se transformó con el tiempo en una pasión autodidacta que hoy se expresa en ilustraciones digitales, con un estilo propio que mezcla lo caricaturesco y lo impresionista. Sus influencias van desde el impresionismo de Leonid Afremov hasta artistas contemporáneos como Ana Godis y Sahlarei, quienes la han inspirado a experimentar con colores, formas y criaturas más allá del realismo.

AUDACES

Fernanda Ojeda Castro

9/10/20253 min read

La Casa Central de la PUCV fue el escenario escogido para conversar con ella. Sentada en una mesa de la esquina, con el cabello recogido, lentes redondos y su chaqueta amarilla colgando de la silla, Sussy habla con naturalidad, acompañando cada idea con gestos de sus manos. Entre estudios, trabajo y redes sociales, reconoce que lo más desafiante es hacerse notar en un mundo marcado por algoritmos y constancia. Sin embargo, mantiene un sueño claro: participar en una feria de ilustradores y encontrarse con personas que, al ver sus obras, logren conectar.

–¿Cómo empezó tu gusto por el dibujo?

–Desde muy chica, mi papá me motivaba a dibujar. Haciendo memoria, también me acuerdo de que a mi hermana le gustaba mucho cuando éramos niñas, y creo que eso me ayudó a desenvolverme. Además, las caricaturas que veía también fueron gran inspiración.

Mientras lo cuenta, sonríe como si repasará recuerdos lejanos, con la misma naturalidad con que acomoda sus lentes. Sus palabras tienen la simpleza de lo cotidiano, pero dejan ver un origen íntimo familiar en su vínculo con el arte.

–¿Recuerdas en qué momento te animaste a hacer tus primeras ilustraciones de manera más seria?


–Fue cuando empecé a hacer ilustraciones digitales. Necesitaba juntar plata y ahí pensé: ya me lo voy a tomar en serio, quiero vender mis dibujos. Entonces empecé a hacer comisiones, a cobrar por ilustraciones. Ese fue el momento en que me lance se podría decir.


–¿Hace cuánto tiempo te dedicas a esto de manera más constante?

–Desde octavo básico, ahí empecé a querer aprender más . Al principio era casi un juego: intentaba replicar cosas que veía. Pero ya en esa etapa me di cuenta de que existían movimientos artísticos, que lo que hacía podía enmarcarse en algo. Me puse a estudiar un poco de la anatomía, teoría del color, luces, sombras. Fui autodidacta: aprendí viendo tutoriales en Youtube.

Habla con entusiasmo, moviendo las manos como si dibujara en el aire. En su relato hay un ritmo progresivo, el mismo que probablemente ha guiado su aprendizaje, hecho de paciencia, ensayo y curiosidad.


–¿Qué estilo sientes que predomina en tus ilustraciones? ¿Hay algún artista que te inspire?

–Creo que lo mío es una mezcla entre caricaturesco y lo impresionista. No es realismo puro, quizás la gente después vea mi dibujo y diga no, nunca fue pero me gusta que sea más libre, más loco, con colores distintos, criaturas mitológicas o figuras extrañas. En cuanto a referentes, me inspiró Leonid Afremov, pintor impresionista que usaba mucho color y técnicas con espátula. También descubrí a Ana Godis, cuyos dibujos no son completamente realistas ni caricaturas, y a Sahlarei, que tiene una forma de usar el color y el contraste que encuentro bacán. Uno siempre termina copiando un poco a los artistas que le gustan.


–Lo que estudias en la universidad, ¿Se relaciona de alguna forma con tu trabajo artístico?

–No directamente, porque la interpretación no tiene que ver con dibujo. Pero sí me ha servido para superar la barrera del idioma: acceder a información y conectar con artistas extranjeros en inglés, por ejemplo, eso ha sido súper útil.

–¿La universidad te facilita espacios o herramientas para desarrollarse artísticamente?

–No realmente. Tampoco he buscado de forma activa, no he buscado un espacio para ello, pero participé en un taller de cómic que ofrecían en la universidad. Esa fue la única vez. Y más allá existen las clases de formación fundamental que están relacionadas al Instituto de Arte, pero solo eso.

En su tono no hay queja, más bien constatación de que su camino ha sido, hasta ahora, más personal que institucional.

–¿Qué es lo más desafiante en el mundo de la ilustración?

–Llegar a la gente, hacerte notar. Hoy todo pasa por las redes sociales, y si no subes constantemente, el algoritmo te castiga, porque hay que estar constantemente subiendo obras. Y en mi caso, tengo clases y trabajo en mis tiempos libres, no puedo estar subiendo dibujos, ni puedo editar y dedicarle el 100%. La gente cercana a mi y la que me sigue, ve mis obras y el resto quizás algún día el algoritmo esté a mi suerte y se las topen.

–¿Tienes alguna meta o un sueño relacionado con tu trabajo artístico?

–Sí, me encantaría participar en una feria de ilustradores, o hacer algún tipo de mural con mi estilo. Que la gente que me sigue en redes le llegue y me reconozca, Sería demasiado emocionante. Ese es mi mayor sueño por ahora: que la gente pueda conectar con mi arte.

Sus palabras resuenan con la claridad de alguien que no busca fama, sino conexión. En su mirada se percibe la convicción de que el arte no está completo hasta que alguien más lo contempla y se deja tocar por el mismo.