Política estudiantil sin disputa: Ocupemos el espacio que dejamos vacío

La participación de la izquierda por cierto es legítima, pero, ¿esa legitimidad se sostiene en que son verdaderamente representativos de los estudiantes o en qué son los únicos que se presentan?

OPINIÓN

Daniel Cid - Estudiante de Derecho

7/23/20253 min read

La política universitaria en la PUCV lleva tiempo experimentando una pérdida de interés por parte de los estudiantes. Si bien es cierto que, a diferencia de otras casas de estudio, contamos con federación, consejerías superiores y centros de estudiantes en todas las carreras, no es baladí la baja participación en votaciones, elecciones y en el debate estudiantil.

Resulta preocupante e irrisorio que, en carreras donde votan apenas 10 personas o donde la participación alcanza apenas un 10 o 15%, se adopten decisiones que tienen carácter vinculante. Más grave aún es que posturas claramente contramayoritarias (por la cantidad y/o quorums antes mencionados) se presentan como si representaran a la comunidad estudiantil en su conjunto cuando, por regla general, estas decisiones no son siquiera conocidas por los estudiantes.

Esta situación se vuelve aún más crítica cuando, debido al creciente distanciamiento entre la política y la comunidad, basta con cumplir un mínimo exigido por los estatutos (que no requiere la participación de la mayoría) para que estudiantes accedan a cargos de relevancia política sin contar con un respaldo real ni sustantivo.

No considero que exista una única causa para este fenómeno, por el contrario, convergen diversos factores a tenerse en cuenta. Sin embargo, uno de los más relevantes es la inexistencia de una verdadera diversidad ideológica y una confrontación democrática entre posturas divergentes. Lo que predomina es la mera ratificación de candidaturas, siempre provenientes de la misma inspiración política, más o menos radicales, representadas por el Frente Amplio y las Juventudes Comunistas. Es decir, la izquierda universitaria.

Cabe entonces hacerse una pregunta legítima ¿son el Frente Amplio o la JJCC representativos de nuestro cuerpo estudiantil como para turnarse indefinidamente el control de la federación? ¿O más bien se trata de actores del centro, centroderecha o derecha, ocultos en el contexto actual, lo que ha permitido esta rotación incestuosa entre colectivos de izquierda e izquierda radical? La participación de la izquierda por cierto es legítima, pero, ¿esa legitimidad se sostiene en que son verdaderamente representativos de los estudiantes o en qué son los únicos que se presentan?

A mi parecer, como dirigente estudiantil, esta última tesis es la correcta. Nuestra Universidad se caracteriza y se enriquece por su diversidad social, cultural, económica, sexual y, evidentemente, ideológica. Sin embargo, en muchas ocasiones, quien se atreve a manifestar puntos de vista contrarios a los caudillos frenteamplistas, de la Jota, o sus simpatizantes, suele ser cancelado, pifeado o simplemente no tomado en cuenta en redes sociales, en CGE o en asambleas. Esto, sin duda, constituye una barrera de entrada considerable para quienes buscan impulsar ideas distintas, pero necesarias, para el sano debate democrático.

Una barrera de entrada no siempre es de carácter reglamentario. Hay consenso en que nadie tiene prohibido participar por estatuto. No obstante, resulta innegable que, ante la diferencia política, la cancelación se ha vuelto frecuente por parte de ciertas dirigencias y sus adherentes, especialmente cuando se expresan ideas cercanas a la derecha o posturas que no se alinean con el tono contestatario o el discurso revolucionario de salón de algunos representantes.

¿Acaso no existen estudiantes de centro, centroderecha o derecha dispuestos a apoyar otras listas o candidaturas? Por supuesto que los hay. Pero necesitamos la construcción de una orgánica estable, que resulte atractiva, con sustento doctrinario, proyecto universitario, que se articule en los patios y comience a disputar legítimamente los espacios estudiantiles, siempre respetando las reglas del juego.

Cabe también preguntarse ¿El problema es únicamente la ausencia de diversidad político-ideológica en nuestra representación estudiantil? La respuesta es un rotundo no. Lo que falta, también, son voces capaces de promover una forma distinta de hacer política universitaria. Una representación basada en acuerdos, en la cercanía con las sedes, en la escucha activa y en soluciones institucionales para problemas institucionales.

Hago un llamado a que, como actores de la política universitaria en la PUCV, nos abramos al debate de ideas, a la disputa democrática y a la posibilidad de expresar lo que pensamos sin temor a quienes más gritan. Necesitamos convicción en nuestras propias ideas, no simples respuestas reactivas frente a los discursos instalados. Porque solo un debate abierto, plural y sin miedo podrá rescatar nuestra representación estudiantil del desgaste y la desconexión con la mayoría de los estudiantes.

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