Luis Santony: portavoz de la conciencia ambiental
Luis Santony (21), estudiante de Oceanografía PUCV, es un activista y defensor socioambiental que ha dedicado gran parte de su vida a concientizar a jóvenes y adultos sobre el daño a la naturaleza y las comunidades costeras, velando por el bien común.
AUDACES
Vicente Barraza
6/11/20254 min read


Nos encontramos con Santony en el edificio de Oceanografía, un lugar extremadamente tranquilo, incluso durante la hora de almuerzo en la que habíamos acordado realizar la entrevista. El lugar estaba tan sereno que decidimos ir hasta el quinto piso para poder conversar sin perturbar esa paz, como si de un verdadero océano se tratase.
- ¿Cómo empezó tu acercamiento con el activismo?
- Mis papás son dirigentes de la comunidad de Chanavayita, que es una caleta de pescadores de la región de Tarapacá, que a su vez es una zona de sacrificio, por lo que desde pequeño que hago dirigencia dentro de la comunidad, aunque antes no lo llamábamos activismo como tal. El punto de quiebre que me motivó a dedicarme a esto fue a los 10 años con el fallecimiento de mi tata en 2014, quien sufrió de cáncer pulmonar por culpa de la contaminación y, posteriormente en 2018, el fallecimiento de mi madrina, también por el mismo tipo de cáncer.
Todo esto coincidió con el boom del activismo en 2019 por Greta Thunberg, gracias a esto conocí el término de activista y me di cuenta que a la gente con esta etiqueta la pescaban mucho más que a la gente que haciamos defensa o nos dedicamos a temas de dirigencia en los territorios.
- ¿Cómo fue crecer siendo activista?
- Cuando adolescente era extraño, mientras mis compañeros estaban planificando una pichanga o cosas así, yo estaba metido en reuniones y dedicar mi tiempo libre a eso, era complicado. El mundo del activismo en general se da mucho en la virtualidad, por lo que a esa edad muchos no entendían qué era lo que yo hacía, porque estaba casi 24/7 en el computador.
Santony también menciona orgullosamente que su papá es presidente de la junta de vecinos de la caleta y de todo el borde costero, y su mamá es dirigente de su sindicato de pescadores y representa la puesta dentro de su mesa de trabajo.
- ¿Qué ha sido lo más complicado de formar parte de este mundo?
- Yo creo que saber compatibilizar lo que es ser joven y ser activista, porque uno no deja de ser joven, tienes que hacer amistades, salir y todas esas cosas que te ayudan a desenvolverte para crecer. Había días en los que yo estaba 24 horas metido en el computador, mi reunión más larga duró 27 horas, saliendo y entrando a diferentes Zoom.
- ¿Cuáles fueron los hitos y las organizaciones más importantes en tu historia como activista?
- Entré al activismo junto a una organización que se llamaba Juventudes COP, con quienes nos dedicamos a incentivar a que los jóvenes puedan asistir a los espacios de toma de decisiones, esta organización muere y me uno a Fridays For Future (FFF) en 2022 con quienes estuve en mi peak del activismo, ya que fue el año en el que me mudé a Valparaíso.
Mi primera salida internacional fue representando a FFF Chile en Egipto, durante la COP27 de cambio climático, una experiencia muy complicada por la barrera del idioma, no sé si lo volvería a hacer. También fui a la conferencia Our Ocean en Panamá, en representación de mi comunidad, costeado a través de rifas y demás, logrando que se instale un área marina protegida. Otras instancias importantes fueron la COP2 de Escazú en Argentina, un foro regional del proyecto Save The Blue Five, proyecto que busca mejorar la conservación y la supervivencia a largo plazo de las especies de megafauna marina en sus rutas migratorias.
Luego de salir de FFF en 2023, me uno a la orden internacional SOA y, al asistir al foro regional de empresa y derechos humanos, conocí a la persona que me conectó con UNICEF y posteriormente logré exponer ante la ONU sobre la realidad de cómo se vive en los territorios de zonas de sacrificio y cómo es ser una parte de una infancia a la cual se le quitó su “niñez” para actuar en defensa del territorio.
Aprovecho de agradecer a la universidad por el apoyo en cuanto a flexibilidad académica y de asistencia, ya que es un proceso muy movido y difícil de compaginar con el estudio.
El cambio a Valparaíso fue para poder estudiar su primera carrera, que fue pedagogía en matemáticas, para mostrarle a los niños de Chanavayita y otras comunidades rurales que se puede salir adelante a pesar de la distancia y ser el primer profesional de la familia. Además, comentó que su madre siempre buscó que se aleje del mar y la carga que este trae consigo, pero finalmente el oleaje lo arrastró nuevamente a su origen, desembarcando en Oceanografía, “el mar tira… y tira fuerte” dice Luis.
- ¿Qué mensaje dejarías a los estudiantes que buscan dedicarse a esto?
- No me gustaría realmente llamar a que formen parte del activismo, ya que no quiero que personas cercanas, como amigos o mi hermana por ejemplo, hagan lo que yo tengo que hacer. Me interesa que los problemas desaparezcan para que no tengan que haber activistas ambientales ni defensores de territorios.
Mi único llamado es que accionen desde su punto de vista, como futuras y futuros estudiantes que se van a desenvolver en diferentes espacios y le tomen prioridad a esta lucha en pos de las próximas generaciones para que tengan un futuro mejor. Siempre se dice que el ámbito de las ciencias se desarrolla de manera individual, pero necesitamos accionar de manera colaborativa desde organizaciones o laboratorios.
El trabajo de los activistas cuesta mucho más que tiempo y ganas, es un sacrificio para la salud mental y significa oponerse a mucho de lo establecido, concientizar a quienes no le toman el peso a sus actos y unir fuerzas para alzar la bandera por lo que nos rodea, para eso existen personas como Santony que actúan como portavoz de la conciencia ambiental y defensor de los indefensos.