La danza de los años: Transformaciones, desafíos, logros y avances
En cada ciclo, el estudiantado ha demostrado que las tensiones no son el fin del camino, sino parte de él.
Ángel Araya
11/17/20252 min read
Señorita directora:
A lo largo de los años me ha tocado estar presente en diversas áreas de nuestra universidad. Sin embargo, la realidad que he vivido más de cerca —y a la que he contribuido de manera más constante— ha sido la del mundo estudiantil. Desde allí he sido testigo de una línea de acontecimientos que se ha ido entrelazando con los cambios sociales, culturales y generacionales que han marcado nuestra historia reciente. Una línea que, lejos de ser estática, se mueve, se transforma y vuelve a recomponerse año tras año.
A esta secuencia de hechos he optado por reconocerla como una danza. Una danza donde estudiantes, federaciones, centros de estudiantes, asambleas y representantes, junto a quienes ya partieron y quienes están por venir, han bailado al ritmo de ideas diversas, impulsos colectivos e intuiciones. Una danza que a pesar de que su música no siempre ha sido del gusto de todas y todos, no se ha detenido. Por el contrario, ha generado unión, movimiento y sentido y ha permitido que surjan logros visibles para quienes quieran observarlos, incluso para quienes prefieren negarlos o ignorarlos.
Gracias a la persistencia del estudiantado, el compromiso de quienes dieron un paso al frente cuando nadie más lo hizo y a la articulación de esfuerzos con distintos actores, hoy podemos reconocer avances significativos: un aumento sostenido en la participación, mejoras (aunque no suficientes) en infraestructura, la consolidación de la voz y el voto estudiantil en espacios de gobierno universitario, desarrollos en materias de equidad de género, fortalecimiento de la vinculación territorial, el aumento de cobertura de becas y una agenda estudiantil cada vez más consciente de sus contextos y responsabilidades. Todo ello no es fruto del azar, sino del trabajo constante de quienes han decidido involucrarse y danzar.
Pero junto con los logros también han existido desafíos que han dejado huellas profundas: conflictos internos, diferencias estratégicas, momentos de desgaste y frustración, e incluso periodos donde el propio mundo estudiantil y sus representantes han debido mirarse a sí mismos para replantearse sus objetivos y métodos.
Lejos de debilitar la danza, estos episodios han abierto espacio para la autocrítica, el aprendizaje, la madurez y la capacidad de reconstrucción. En cada ciclo, el estudiantado ha demostrado que las tensiones no son el fin del camino, sino parte de él; que de la fricción nace la posibilidad de cambio.
Por todo esto, invito a la comunidad universitaria a seguir siendo parte de esta danza colectiva. A seguir bailando al compás de los nuevos desafíos, ya que es precisamente allí donde se gestan las transformaciones más valiosas. Que sigamos generando ideas, logros, avances y, sobre todo, comunidad. Porque ninguna danza se sostiene desde la fragmentación o el enfrentamiento, solo florece cuando la bailamos juntos, reconociendo que cada paso (incluso los titubeantes) contribuye al movimiento que nos impulsa hacia adelante.
Atentamente,
Ángel Araya, Escuela de Psicología
Consejero superior 2025
