Honey: Fotografía como grito de libertad y cine como espejo del alma

Fernanda Leiva (21), descubrió su amor por el arte muy joven, entre cámaras análogas y diálogos de películas animadas. Hoy, la fotografía y el cine no son solo sus pasiones, son parte de su ser. A lo largo de su trayectoria, ha realizado seis exposiciones fotográficas abiertas al público, tanto dentro como fuera de la universidad, consolidando poco a poco una voz propia que invita a sentir con profundidad.

AUDACES

Aymarita Chambe

7/10/20255 min read

El encuentro fue en una tarde tranquila y por videollamada, debido a la distancia y la diferencia horaria que nos separa. Aún con la pantalla de por medio, Fernanda, también conocida como Honey, logró transmitir una calidez especial. Su voz, suave y dulce, marcaba el tono íntimo de la conversación. Al hablar de sus intereses y recuerdos fue cuando sus ojos comenzaron genuinamente a brillar, había en su mirada una emoción tan real que sus palabras se transformaban en imágenes, propiciando una conversación profundamente humana.

- ¿Recuerdas cuándo te enamoraste por primera vez del cine y la fotografía?

- Me acuerdo perfectamente. Fue cuando tenía como 12 años, cuando con mi hermana y mi papá, veíamos una vez más Ratatouille. Porque esa película, si bien está hecha para un público infantil, deja un mensaje potente. Escuchando una de las frases de Anton Ego, el crítico, sentí algo muy especial. La frase: “No cualquiera puede convertirse en un gran artista, pero un gran artista puede provenir de cualquier lado”, se me quedó tan grabada que fue en ese momento cuando me di cuenta de que me había enamorado del cine. Me enamoré de lo que me transmitía y de lo que me hacía ser como persona.

La fotografía, por su lado, me conquistó como a los 13 años, cuando saqué una foto con una cámara análoga de rollo que era de mi papá. Cuando él me enseñó, paso a paso, el arte de tomar una foto análoga, me cautivó la complejidad y, a la vez, la perfección que implica. Si bien la cámara es el medio que captura, es la persona la que crea la imagen.

Tengo grabado en audio el primer disparo que hice y recuerdo que se me llenaron los ojos de lágrimas, no sé cómo explicarlo para que lo entienda alguien que no siente lo mismo, cuando disparé por primera vez, el sonido me emocionó profundamente. Era bonito decir: “Lo que hice fue mi trabajo, mi esfuerzo y mi saber”.

- ¿Qué sientes internamente cuando estás detrás de una cámara?

- Me siento en una especie de libertiné individual. Libertiné, es una palabra que me encanta, porque representa la libertad que uno tiene en el accionar, en el sentir. Entonces, para mí, estar detrás de una cámara es tener la libertad de hacer y deshacer lo que yo quiera.

Con la cámara siento que muestro un poquito de mí, un pedacito de mi mundo y lo que quiero mostrar. También es cierto que, al capturar una imagen, hay muchas posibilidades y elementos por capturar, pero al final uno elige lo que más le gusta.

Así que, sí, siento un libertiné. Esa sensación de sentirme yo misma es una emoción muy linda y muy profunda.

- ¿Qué te hace seguir creando, incluso cuando estás cansada o con mucha carga académica?

- Para mí, crear va de la mano con mi tiempo. Aunque no lo tenga o esté muy estresada con la universidad, sigo creando. Curiosamente, cuando estoy en un bloqueo porque estoy cansada o tengo mucha carga es justo cuando más empiezo a crear.

Mucha gente cree que uno necesita tener tiempo libre para dedicarse a algo extracurricular, pero para mí, esto no es un pasatiempo, es parte de quién soy. La fotografía y el cine no son un gasto de tiempo, son una forma valiosa de ocuparlo. Es necesario distraerse, no vivir solo para la universidad.

Crear es aprovechar lo que tengo, es salirse de la rutina y de esa monotonía del día a día. Me hace sentir tan libre, tan yo, que por eso sigo eligiendo ocupar mi tiempo en esto.

- ¿Sientes que el arte te ha ayudado a conocerte mejor?

- Muchísimo. En tercero y cuarto medio estuve en un proceso emocional muy difícil y justo estábamos en pandemia. Entonces la fotografía fue mi escape de la realidad, salía a captar a los pajaritos y la naturaleza de mi entorno porque no podíamos hacer más. Fue un refugio.

Cuando entré a la universidad, el arte me dio herramientas y valores que tomé como enseñanzas para la vida. Gracias a ellos me fui conociendo. Yo soy la Fernanda que soy hoy gracias al arte. Sin él, no sería la persona que soy ahora. Me reconozco y me abrazo más que a la Fernanda de antes porque la de antes intentaba ser algo que no era.

Para mí el arte lo es todo y hasta el día de hoy lo agradezco. El conocimiento y el autoconocimiento que me ha dado es tan valioso que me alegra haber hallado en la fotografía y el cine una especie de “yo interno” que quería salir desde hace muchísimo tiempo.

- ¿Qué buscas que la gente sienta cuando ve tus obras?

- Muchas veces me han hecho esa pregunta y la respuesta la conocí en mi primera exposición. A medida que llegaba gente a mirar, noté que lo que realmente busco es transgredir, pero no de forma brusca o violenta, sino llegar a la persona de un modo que le remueva por dentro. Que quien vea mi obra la aprecie de una manera totalmente distinta a quien está al lado.

Por eso, cuando presento un proyecto, no me gusta detallarlo demasiado. Quiero que mi obra sea muy subjetiva y que cada persona sienta algo distinto. Busco provocar, salir de la monotonía, generar una sensación que quizás no habían sentido antes. Esa es mi paga más grande.

No quiero crear imágenes que pasen desapercibidas. Quiero que mi obra transgreda, que llegue a quien la ve de la forma que sea: buena, mala, neutra, pero que llegue, para que provoque esa emoción que siento al capturar una fotografía.

- ¿Hay algún proyecto que tengas en mente?

- Sí, hay un proyecto que vengo desarrollando desde noviembre del año pasado. Se suponía que estaría listo a finales de ese mismo año, sin embargo, a pesar de que me preparé mucho e hice un bosquejo, el resultado no me convenció y si hay algo que no soy, es mediocre. Me gusta la perfección y soy muy autoexigente. Si presento algo es porque realmente me gusta. Entonces, cuando no estoy conforme, prefiero tardarme, aunque signifique grabar mil veces más.

Es un cortometraje que gira en torno a un sentimiento muy arraigado: la devoción. No diré aún desde qué arista, pero esa es la emoción central. Es de corta duración, he experimentado con los colores, las emociones y, por supuesto, con la idea de transgredir.

Este proyecto representa algo nuevo para mí porque lo audiovisual es muy distinto a lo fotográfico. Hacer una escena con movimiento, con sonido y más extensa, es otra experiencia, justamente eso lo hace emocionante.