En la universidad todas las verdades se tocan
Seamos empáticos, informémonos y opinemos. Conversemos con quienes piensan distinto y tienen diferencias legítimas.
OPINIÓN
Valentina Olivares - Estudiante de derecho
8/12/20253 min read


"Lo sabéis, señores, todas las verdades se tocan". En esta breve y contundente frase, Andrés Bello plantea la esencia de la universidad como un espacio en el que se desarrolla el conocimiento de manera coherente, que tiene como fundamento forjar el pensamiento crítico y la formación de una ciudadanía consciente y comprometida con la democracia.
Desde esa perspectiva, la universidad no debe vincularse únicamente a la enseñanza de contenidos o a la dimensión académica, sino también al diálogo, reflexión y el cuestionamiento de la realidad entre quienes componen la comunidad. Es en este contexto, considerando las movilizaciones de la región, particularmente de la PUCV durante el primer semestre, que resulta necesario destacar la activación del movimiento estudiantil.
Estas movilizaciones han cumplido con dicho objetivo, al visibilizar los problemas del contexto educativo, considerando como eje principal que, para que la universidad cumpla con su rol público, primero debe cumplir su deber para con sus estudiantes: entregar las garantías mínimas que permitan el acceso a una educación de calidad y desarrollo integral. Con mayor razón, porque nosotros y nosotras como estudiantes le hemos confiado nuestra educación y formación profesional a esta institución. Por ello, lo mínimo que debe garantizar son las condiciones necesarias para ello.
La educación de calidad no puede reducirse solamente a la enseñanza de contenidos o a la excelencia académica, pues también implica el bienestar y los recursos estructurales y materiales en que debemos desenvolvernos. Las salas inadecuadas para las clases, el acceso limitado al bienestar estudiantil, campus con plagas e infraestructura en pésimo estado claramente limitan la calidad de la educación y son un motivo legítimo de indignación de todo el estudiantado.
Aunque muchas de las demandas aún no se han materializado, no podemos desmerecer la participación activa de los alumnos, quienes han logrado actuar conjuntamente con un objetivo común. Esta situación, que no se evidenciaba hace mucho tiempo, ha contribuido a visibilizar que la insuficiencia en diversos ámbitos de la educación en nuestra universidad existe y no es una mera invención como se ha intentado instalar. También ha permitido romper con el relato de quienes, en nuestra propia institución, han negado malintencionadamente las diversas situaciones precarias que afectan a las y los estudiantes.
De igual manera, dan apertura a la reflexión con el propósito de construir, de forma colectiva, un conjunto de propuestas que busquen mejorar la situación actual de nuestra universidad. Este escenario ha impulsado un espacio para repensar el contexto educativo, escuchar y conocer las distintas necesidades y carencias de estudiantes de otras sedes con realidades aún más complejas. Aquello, en sí mismo, es un avance para la democracia universitaria, del cual no debemos retroceder, además de que constituye una premisa esencial para continuar el trabajo por la consecución de nuestras demandas.
Las aulas de clases deben trascender las cátedras como un espacio vivo de deliberación democrática que contribuya a la revitalización de un movimiento estudiantil que tenga la capacidad de responder a las carencias que dificultan el acceso a condiciones óptimas para educarnos y debe existir la construcción de una universidad más solidaria, comprometida con el bienestar colectivo.
Por último, debemos ser conscientes de que, cuando hay estudiantes a quienes se les priva el acceso a un beneficio, han esperado meses para obtener apoyo médico o no tienen espacios necesarios para algo tan básico para la educación universitaria, como lo es una sala de clases, no se trata de dificultades individuales o hechos aislados, sino un problema que nos involucra a todos y todas, frente al cual no podemos ser indiferentes.
Seamos empáticos, informémonos y opinemos. Conversemos con quienes piensan distinto y tienen diferencias legítimas, porque en la universidad todas las verdades se tocan.