Conectividad pendiente: el desafío diario para llegar a Curauma
La situación evidencia una deuda persistente de la universidad en materia de conectividad y transporte.
OPINIÓN
Franko Pérez Carvajal
5/10/20252 min read
Señorita Directora:
Cada mañana, cientos de estudiantes de la sede de Curauma deben sortear un trayecto largo y fragmentado para llegar a clases. Quienes viven en comunas como Quilpué, Villa Alemana y Peñablanca enfrentan una doble dificultad: primero abordar el metro y luego esperar un bus universitario que, en muchas ocasiones, ya se fue. El resultado es predecible: gastar dinero extra en transporte público para cumplir con las obligaciones académicas.
La situación evidencia una deuda persistente de la universidad en materia de conectividad y transporte. Si bien el servicio de buses universitarios ha sido un apoyo histórico, su distribución actual es insuficiente y desbalanceada. Valparaíso y Viña del Mar parecen tener prioridad, mientras que las tres comunas mencionadas —donde reside cerca del 30% del estudiantado del Campus Curauma— quedan relegadas. Actualmente, los únicos cuatro puntos de acceso a los dichos buses están en Valparaíso y Viña, obligando a alumnos de Quilpué, por ejemplo, a desplazarse innecesariamente solo para poder abordar el transfer.
Una encuesta aplicada en el campus, con 365 respuestas, muestra que solo el 4,5% vive cerca de Placilla o Curauma, mientras que el 19,9% vive en Quilpué y el 10,1% en Villa Alemana. Es decir, más de uno de cada cuatro estudiantes se ve forzado a realizar combinaciones extensas para llegar a clases. La realidad es que algunos deben levantarse a las 5 de la mañana y tomar dos micros para llegar al transfer, lo que muchas veces provoca perder clases o incluso evaluaciones. Situación que se repite a lo largo de los cinco años que suelen durar las carreras.
Esta "desconectividad" afecta directamente la calidad de vida, en particular la de aquellos que deben compatibilizar estudios con trabajo o cuidado familiar. Las aglomeraciones matutinas, el frío, la ansiedad e incluso casos de robo o acoso reportados en los paraderos se vuelven parte del día a día. No se trata solo de tiempo o dinero: hablamos de salud mental, de seguridad y de rendimiento académico.
Una solución viable y urgente sería una redistribución equitativa de la flota de buses universitarios, considerando criterios de demanda y frecuencia real de uso. Incorporar más recorridos desde y hacia Quilpué, aparte de asegurar una conexión directa y frecuente en los horarios designados, como proponen desde la Consejería de Facultad de Ciencias. Esto no solo aliviaría una carga económica para la gran mayoría de estudiantes, sino que también promovería el bienestar y seguridad que tanto anhelan.
En estos momentos que tanto se habla de equidad y derechos estudiantiles, el acceso al transporte digno y oportuno no puede seguir siendo un privilegio geográfico. La universidad tiene la oportunidad —y la responsabilidad— de poner manos a la obra y escuchar a los alumnos, poniéndolos en igualdad de condiciones, partan de donde partan.
Atte,
Franko Pérez Carvajal
Estudiante de Ingeniería en Transporte